LOS HERMANOS MARISTAS. Francisco Vázquez Vázquez

 En este pasado verano, una denuncia sobre presuntos abusos sexuales en un colegio de los

H.H. Maristas, que según la víctima habían sucedido hace unos cincuenta años, fue convertida por el

periódico pro-gubernamental “El País”, en un escabroso folletín sobre la existencia de prácticas

pederastas en los colegios de esta orden religiosa, que a tenor de lo publicado más que una institución

dedicada a la enseñanza parecía una asociación criminal de depredadores de sus alumnos.

Semana tras semana, durante los meses de junio y julio, de manera destacada se recogieron

innumerables testimonios de personas que declaraban haber sufrido en algún momento de su etapa

escolar en los colegios de los Hermanos Maristas, acosos e incluso abusos carnales por parte de

algunos de sus antiguos profesores, la mayoría de ellos ya fallecidos, debido al largo tiempo

transcurrido.

Bajo el señuelo de un supuesto periodismo de investigación, a los tristes relatos de los

denunciantes, siempre dignos del mayor de los respetos, se le agregaron toda una serie de titulares, de

informaciones y de opiniones, las más de las veces poco contrastables, que siempre iban encaminadas

a poner en evidencia las graves responsabilidades de la Iglesia Católica en materia de abusos infantiles,

denunciando la existencia de una conducta criminal casi generalizada en los ámbitos eclesiásticos, tal

como desde hace años viene manteniendo la línea editorial de este diario.

Pero el inusual, por excesivo, derroche informativo que se le dedicó a este tema, en ningún

momento aludió al hecho de que de los 1.679 miembros que la comunidad Marista tenía en España en

los años 60, fecha de las denuncias, tan solo fueron 22 los religiosos inculpados.

De la misma manera, las “incisivas” líneas de investigación abiertas con una profusión casi

infinita de datos y estadísticas, tampoco aclararon que los casos denunciados afectaban únicamente a

17 de los 102 colegios que la Orden tenía en España en aquellos años y en cuyas aulas estudiaban

más de 40.000 alumnos, de los cuales los acusadores eran poco más de 50.

Una realidad muy diferente por tanto, de la que los reportajes e informaciones daban a entender,

aunque por desgracia la imagen de la Orden de los Hermanos Maristas sufrió un daño irreparable, al ser

consideradas las denuncias por el periódico como la constatación sabida y cierta de que esas repulsivas

prácticas eran habituales en los colegios de la institución fundada por San Marcelino Champagnat,

donde por cierto fui alumno en todo mi ciclo completo de estudios de primaria y bachillerato, desde el

curso de infantil en 1.952-1.1953, al de Preuniversitario en 1.962-1.963, once inolvidables años

transcurridos en el Colegio Maristas de Cristo Rey de la ciudad de La Coruña, gozando del inmenso


privilegio de haber disfrutado de un extraordinario elenco de profesores que supieron inculcarme los

principios y valores morales a los que he procurado siempre ajustar las pautas de mi conducta, tanto a

nivel privado como público.

Pruébense los hechos y sin dudar castíguense a los culpables de tan repugnantes y reprobables

sucesos, pero no se utilicen para tergiversar la verdad y desatar campañas inquisitoriales con una clara

intencionalidad política, buscando destruir la misma existencia de la Iglesia Católica y por extensión

deslegitimar el hecho religioso.

La verdad es otra. Los abusos infantiles se producen fundamentalmente en el entorno familiar,

calculándose que un 86% de los casos afectan a convivientes de los menores, casi un 32% los padres y

un 6,2% las parejas de la madre, datos tomados de los informes de la Delegación del Gobierno contra la

violencia de género, y de diversas asociaciones que trabajan en el campo de la protección a la infancia,

sin olvidar los informes anuales del Tribunal Supremo, coincidentes con estos datos.

Otro porcentaje importante sucede en las prácticas deportivas. Sirva como ejemplo el que en los

Estados Unidos nada menos que 150 entrenadores de alta competición de natación están suspendidos,

acusados de estas prácticas. Y así podíamos seguir detallando actividades en las que se detectan estas

conductas criminales. En contraste, conforme a los datos aportados por las asociaciones anteriormente

citadas, los abusos atribuidos a personas o instituciones vinculadas con la Iglesia se reducen solo a un

2% del total. Extraiga el lector sus propias conclusiones.

Y termino aportando los datos de un artículo que se olvidaron o no quisieron escribir en el

culebrón veraniego sobre los Maristas. Hoy, son 82 los países donde están presentes sus colegios en

los que 3.552 hermanos fieles a su vocación, enseñan en el mundo a 654.392 niños y jóvenes,

principalmente en los países más pobres del tercer mundo, donde por cierto sus escuelas son gratuitas.

Su presencia en Oceanía es casi la única en materia educativa en muchas islas, así como en diferentes

zonas del Extremo Oriente y de África, donde hace pocos años, en 1.996, en el Congo murieron

mártires cuatro Hermanos españoles. Gracias siempre por su ejemplar labor.




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