DECÁLOGO PERSONAL . Pablo d´Ors


1: Duerme. Permanece unas siete horas en la cama por las noches. Y duérmete

rezando, poniéndote bajo la protección de la Madre, lo materno, lo femenino, lo acogedor. La

noche es materna, el día es paterno. Además de dormir, que es lo primero, descansa. Cuanta

más exigencia, más indulgencia. Así que, si trabajas como una bestia, ten las vacaciones de un

rey.

2: Medita. Siéntate en silencio diariamente. Preocúpate tan sólo de sentarte, de

entregarte en cada espiración.

3: Ora. Cree en Dios, no seas tonto. Aprende a hablar con Él, que lo de la no-dualidad

no te quite el buen rollo de tener un Tú al que contarle tus cosas. Tu alma necesita eso, Jesús

lo sabía muy bien.

4: Disfruta. No hagas nada, haz el tonto de cuando en cuando. Haz el ridículo

tranquilamente; al espíritu le encanta, pues eso significa que el ego ha sido vencido.

5: Haz ejercicio y, si te cuesta un poco, eso es signo de que debes moverte mucho más.

6: Lee, pues las buenas lecturas alimentan la vida. Pero deben ser lecturas luminosas y

clarificadoras. De modo que aparta tranquilamente los libros que no te gustan. Lee siempre

pocas páginas, para no indigestarte. Y sé consciente de que tus libros, los que tú necesitas, te

están esperando. Lo sabes porque un libro te lleva a otro, y a cuál mejor. Sabes que estás bien

si encuentras a las personas y a los libros que te corresponden en ese momento; y sabes que

esas personas y esos libros te corresponden porque te hacen crecer.

7. Reflexiona. Pregúntate quién eres y no vivas para una imagen. Puedes ser tú

tranquilamente, para eso has venido a este mundo. Para ello, pocas cosas ayudan tanto como

preguntarse de cuando en cuando: ¿qué tengo yo que ver con todo esto? Si ves que poco,

márchate. No estés donde no quieras estar. Si ves que mucho, permanece hasta que te des

cuenta de que tú no eres eso, sino todo.

8. Conversa. Busca buenos interlocutores con quienes confrontar la vida. Date cuenta

de que lo que más hace pensar sobre uno mismo es una buena conversación. Las palabras

abundan en la vida, pero también pueden perderla. Sé cauto con las palabras. Tu felicidad, y la

de quienes te rodean, dependerá en gran medida de las palabras que tengas dentro.

9. Trabaja, pero para una causa más amplia que la propia. Que el trabajo no rompa la

armonía de la jornada. No idolatres el trabajo. En cada día debe haber un poco de tiempo para

todo. No hagas nada en exceso. Tendencialmente, deja más tiempo a lo esencial que a lo

urgente. Las personas felices son las que dedican más tiempo a lo esencial que a lo urgente. Lo

urgente tiene que ver casi siempre con los demás; lo esencial, en cambio, contigo mismo. No

permitas que haya tiempos muertos o tiempos normales, pues todos los tiempos son

extraordinarios.

10. Ama. Pasa tiempo de calidad con tus seres queridos y con ese ser querido que eres

tú mismo. También con alguien que pueda necesitar de ti. Piensa que siempre puedes amarte

más. Que solo si te amas mucho, puedes amar algo a los demás. Date cuenta para ello de que

Dios es sobreabundante y que, en realidad, nadas en la abundancia divina. Todo es un

derroche de su Amor contigo. El amor es inconfundible: produce alegría.



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